Cuando escucho a las personaas diciendo que no quieren que les hable del evangelio, los entiendo. Yo sé que no es que no quieran, sino que cierran sus oídos debido a las desilusiones y heridas de aquellos que dijeron traer la verdad de Dios y con sus malas acciones hicieron todo lo contrario. Por eso es que están cansados de ser manipulados y de vivir intimidados por un evangelio que se predica de golpes y miedos. Yo pienso que aún en este tiempo muchos están todavía desesperados por poder experimentar y encontrar el Evangelio que Jesús predicó.
Mi consejo para aquellos predicadores es el siguiente:
Hay que tomar responsabilidad cuando predicamos, porque con nuestra boca o ese micrófono que mucho les gusta usar, se puede dar vida o se puede dar muerte. Hay que despertar de tanta falsedad. Recuerde que nosotros realmente somos la iglesia, no lo son las 4 paredes, ni el edificio en que nos congregamos. No nos representan los dones, las posiciones, o los grados que obtuvimos. No nos representan los ministerios ineptos que lo que hacen es tomar el control de las personas para satisfacer su ego. No nos representan. El fundamento de la iglesia es Cristo.
Aprenda bien eso. La iglesia es el cuerpo de Cristo, NO una red de mercadeo, ni mucho menos una competencia de reino. 1 Corintios 12:12-27